Los medicamentos utilizados en el tratamiento de la depresión son los antidepresivos, también llamados antiguamente timolépticos. La comunicación entre las neuronas (células cerebrales) se realiza mediante neurotransmisores químicos como la serotonina, la noradrenalina, dopamina etc.

Cualquier cambio tanto en el tiempo de acción  o en la cantidad del neurotransmisor producen variaciones de nuestro estado de ánimo, pensamiento, conducta, apetito, libido, etc. Según investigaciones científicas el estrés continuado produce cambios marcados en la neurotransmisión cerebral que conduce a una alteración de la concentración, el humor, ansiedad…

Los antidepresivos producen un adecuado funcionamiento de la neurotransmisión cerebral, con la consecuente mejora del ánimo, reducción de miedos y ansiedad o reducción de la alteración de la conducta como impulsividad o ira.

Según informes del Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades solamente en los Estados Unidos, una de cada 20 personas reporta haber sufrido depresión en algún momento de su vida.  Cuando ésta se vuelve crónica, una forma efectiva de combatirla es la combinación de medicamentos antidepresivos y terapia psicológica.

El término de “antidepresivo” viene por su función y eficacia en el tratamiento de la Depresión, pero en realidad son útiles también en la ansiedad, ataques de pánico y Trastorno obsesivo compulsivo, ya que su función es restaurar el equilibrio en la neurotransmisión cerebral.

El efecto del medicamento tarda en comenzar entre 3-6 semanas, dependiendo de cuál se utilice, existen algunos Antidepresivos que actúan más rápido que otros. Es importante no variar la toma ni la dosis por su cuenta ya que la estabilidad en la neurotransmisión es importante para evitar recaídas o una pérdida de efecto del medicamento.

La duración del tratamiento puede variar de una persona a otra. Una vez obtenida la mejoría, normalmente se recomienda mantener la medicación y la dosis tomada hasta el momento un mínimo de 9 meses más para evitar recaídas en el futuro. Los estudios y la práctica clínica demuestran que si se realiza el tratamiento a la dosis y duración adecuada se reduce mucho la posibilidad de volver a tener otro episodio depresivo.

En algunos casos, el médico puede aconsejar modificar la dosis o cambiar el tipo de antidepresivo. Es importante recalcar que los antidepresivos no generan adicción física, pero pueden provocar efectos desagradable si se suspenden de golpe sin consultarlo con su medico: mareos, náuseas, ansiedad y cefaleas o dolor de cabeza.

La importancia de un buen diagnóstico  ayuda como en cualquier rama de la medicina, a elegir el mayor tratamiento para el paciente. Esto dará una mayor idea de qué tipo de antidepresivo es mejor para cada paciente, dependiendo de la sintomatología que presente.

Es importante remarcar que no todos los cuadros depresivos necesitan medicación farmacológica, algunas situaciones depresivas vitales pueden y deben tratarse también con tratamiento psicológico. Por otro lado en algunos casos la combinación de ambos lleva a una rápida mejora y estabilidad afectiva del paciente.

Recuerda:

  • La mayoría de las personas encuentran un antidepresivo efectivo.
  • Seis de cada 10 personas se sienten mejor con el primer antidepresivo que prueban. El resto necesitará probar diferentes antidepresivos hasta encontrar el adecuado.
  • Nunca deberá automedicarse, por muy parecidos que le parezcan sus síntomas a los de otras personas que ya están tomando antidepresivos.
  • Los medicamentos no están libres de efectos secundarios. Hay que tomar especiales precauciones con los IMAO.
  • Sólo los médicos de familia y los psiquiatras están capacitados para medicar y, cuando se produzca la mejoría, retirar de manera progresiva los antidepresivos. La discontinuidad o el abandono brusco de la medicación pueden tener efectos perjudiciales para la salud.